Te conocí bajo noches cuánticas,
llenas de lunas de saturno y luces estrambóticas.
Me hiciste descubrir una nueva vía láctea,
extraño esa mirada infinita
llena de agujeros blancos.
Viajamos entre fuerzas gravitacionales,
descubrimos nuevos rincones subatómicos
en cada latido que vivimos y viajamos.
Viajamos en el tiempo,
vimos nuestro futuro
supimos nuestro fin en el inicio
no le temimos al destino curvo, esquivo.
Mi corazón se detuvo con relatividad frente a tu silueta
esa incertidumbre encantadora,
seductora, incógnita.
Tú, alma indómita,
te diluiste en medio de esta noche.
Extraño tu luz, esa fuerza indomable
que veía en las madrugadas,
esa paz que tenías al dormir.
Todo sueño tiene un inicio glorioso,
pero la decadencia nos persigue,
y sigue lloviendo en mí.
Extraño cada fotón de luz,
por qué te confiaste,
por qué te perdiste,
por qué dijiste sí al infinito.
Todos tenemos una vida media,
forzaste la mía a ser fisionada
en millones de neutrones, recuerdos perdidos
nuevamente caímos del cielo al infierno.
Viajábamos en este cielo infinito,
nos desintegramos,
nos volvimos entropía
nos perdimos en medio del vacío.
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