cada pregunta sin respuesta
son una cicatriz sin cerrar.
Las noches despiertan desde ese mar intenso
que quiere ahogarse.
La hora de partir ha llegado,
muchas lágrimas y explicaciones perdidas.
Sueños de aeropuerto,
caminos cruzados y vuelos para salir.
Millas perdidas,
sueño congelados o esperando
partir futuro o alternativo.
Lluvias de nieve nostalgica,
caen en la ciudad oscura.
Límites proteccionistas,
silencios quejumbrosos.
Llegó la irremediable hora,
esa hora que uno nunca espera,
esa hora del fin inevitable.
Tengo que de dejar ir,
comenzar a guardar tus (nuestros) recuerdos.
No es más que una parte de este juego,
una señal de un fin.
Cada sinfonía con esos violines anuncian
este fin inesperado,
para el paso del tiempo
en este aeropuerto,
donde llega este corazón fragil.
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